jueves, 3 de diciembre de 2020

 Los últimos cuatros años he pasado por un cuantioso número de personas y lugares. Sin ser viajera he sentido lo efímero de las relaciones interpersonales y de estar en un sitio con un tiempo de caducidad. Tener un tiempo límite ya sea por un trabajo, un proyecto personal o un permiso migratorio hace que vivas intensamente cuestiones que un contexto normal lo tomarías con calma, con esto no quiere decir que la intensidad represente solamente sensaciones placidas, también simboliza el dolor profundo de dejar, olvidar y ser olvidado por el paso del tiempo y el desgaste propio que conlleva alejarse de la cotidianidad del otro.

Generalmente se ve el cambio como una meta, el paso para salir de la zona de confort, el camino para alcanzar algo mejor. Últimamente pienso en el cambio como un proceso que si bien me permite crecer como ser reflexivo, me da punzadas constantemente en mi vientre, que duelen y revuelven todo por dentro.

Como persona quizás aventurera, me atrae lo nuevo, el famoso cambio, pero a veces eso me despersonaliza y vivo fuera de mí, sin sentir, sin vivir realmente, como un fantasma que solo observa o vive algo irreal porque no es capaz de sentir claramente o cuando puede hacerlo todo es doloroso.

Como pesan las palabras cuando no pueden ser expresadas.


domingo, 24 de julio de 2016

Ciencia, intento de reflexión desde la tragedia de la cultura

Lo que se habla de ciencia actualmente, siempre se hace desde un referente que se ha establecido previamente, de tal razón no todo conocimiento se puede tomar como científico. Las ideas que se tienen generalmente en torno a la ciencia, se caracterizan por otorgarle a esta una definición precisa, inamovible y estática, pero si se reflexiona es una práctica que está en constante transformación y por ende  es totalmente dinámica. No obstante, es imposible desconocer que dentro de las prácticas de la misma existe una postura hegemónica, la cual se tiene como referente en el momento de hacer una práctica científica, dado que la ciencia es ante todo una institución que se guía por una serie de normas dentro del sistema. Es importante observar cómo en el imaginario social se concibe la ciencia y cómo se relacionan estas concepciones con el discurso de la institución científica.

Ciencia como cultura.

La cultura y la ciencia como actividades humanas que se toman por separado o que no tienen ninguna relación, es una idea que se ha podido registrar dentro de los círculos académicos, no obstante, es vital reflexionar sobre la esencia de la ciencia para concluir que es un hemisferio que se relaciona estrechamente con el ámbito cultural, la ciencia no es algo que sea parte de la naturaleza como lo es un fruto, sino que es una  invención creada y desarrollada por el trabajo de seres humanos. Siendo una construcción social que ha logrado tener asiento material en la sociedad por medio de elementos como la tecnología y también una dimensión simbólica; siguiendo los planteamientos de Juan Pimentel, “la ciencia se nos presenta con un tinte más físico, más cercano a un bien de consumo con el cual se comercia y por otro lado se presenta como una actividad de gran significancia en la conducta humana, una práctica donde se plasma y observa las fuertes relaciones entre orden natural y social”. (Pimentel, 2010, p. 7)

Noción de cultura en Simmel

La cultura se caracteriza fundamentalmente por ser un desarrollo humano, donde es necesario alterar o modificar el curso natural de algo, sin embargo no toda modificación del entorno traduce cultura, esta modificación debe ser pensada y voluntaria ya que esta intervención del ser humano dota de nuevas características a ese elemento que en un estado solitario nunca podría llegar a obtener. El ser humano es el portador de cultura y como tal tiene la capacidad de potencializar lo que encuentra en la naturaleza y desatar nuevas formas que no están contenidas en los elementos de ésta.
Simmel, para entender la cultura realiza una distinción de esta con la naturaleza, con el fin de dar cuenta de las alcances de cada una, la naturaleza se comprende como un desarrollo que sigue un hilo causal determinado, es decir su perfeccionamiento más acabado se limita a las posibilidades que ella misma brinda. Este estado finaliza en todo momento que una voluntad ajena a ella conduce a un elemento a una etapa que nunca podría alcanzar bajo la deriva de la naturaleza, es así que cuando hay una actividad teleológica humana, finaliza la naturaleza y da paso a la cultura.

“La cultura nace- y esto es lo esencial para su comprensión- en la concurrencia de los elementos que, aisladamente, no la contienen” (Godoy, 2012, p. 9[2]El ser humano como único portador de cultura, posee dos significaciones dentro de este ámbito, como ser que se impulsa y fortalece en la construcción de su perfeccionamiento y el ser humano que por otro lado se objetiva. El primero está asociado a lo que Simmel denomina “cultura subjetiva” que se comprende como todos los elementos que se dispongan para el cultivo interior del ser humano, el cual tiende a ser intimo frente a lo exterior; por ejemplo un artista. El segundo, se identifica en la “cultura objetiva” esta se comprende, como las invenciones producto de las producciones sociales de las personas, que trascienden y permean fuertemente en la sociedad, llegando a solidificarse tanto que adquieren autonomía; por ejemplo el lenguaje. (Morresi, 2007).

Estos dos elementos de la cultura aunque a primera vista parecen dicotómicos, están asociados, dado que el sujeto no se desenvuelve en una sola parte de la cultura, sino que convive en la tensión de su alma subjetiva y la sociedad objetivada que logra extenderse a muchos ámbitos y esferas de la vida, obstruyendo el desarrollo individual y subjetivo para subsumir e incorporar al individuo a las dinámicas de la cultura objetiva propias de la sociedad moderna.

La ciencia como otras esferas de la vida, ha sido parte del proceso de internacionalización, que ha llegado a consolidarse por medio de la investigación y comunidades científicas que estimulan la producción de la misma[3], pero esta consolidación se ha dado también por la relaciones de poder que se manejan en torno a esta, dado que el conocimiento se ha considerado objetivo y con carácter de cientificidad cuando proviene desde los centros académicos tradicionales. Se puede ver que América Latina ha estado determinada por las relaciones centro-periferia en términos socio-culturales, económicos y académicos, así que las producciones culturares, y en este caso las científicas han estado guiadas bajo el imaginario del centro como foco de producción científica “pura”.

Este modelo de determinar la -ciencia pura- a un topos determinado ha sido una discusión que se ha dado en las últimas décadas, lo que ha generado este modelo hegemónico y cerrado de lo que puede ser ciencia, ha sido una coerción para otras regiones como Latinoamérica en el momento de aportar al conocimiento. Si bien las producciones humanas emergen de un contexto y lugar específico, convirtiéndose en referentes para otros grupos humanos, en el caso de la producción científica latinoamericana, lo que se dio en gran medida fue un proceso de acoger sin beneficio de duda, que incorporó elementos para la vida práctica que no respondían ni abarcaban las necesidades de este contexto particular; la producción de conocimiento europea determino fuertemente las prácticas científicas de este topos, Sus prácticas y métodos trascendieron su contexto cristalizándose en otras regiones y logrando condicionar las prácticas de estas.

La ciencia como construcción social de nuestra cultura ha logrado transformarse tanto que es algo ajeno, o ya está dado para nosotros, a partir de sus formas de hacer ciencia (método) que determina el proceder de un conocimiento para que este sea validado. Desde Simmel se comprende esto a partir de que la cultura se solidifica de tal modo que esas producciones de los seres humanos se presentan como algo independiente, como una objetividad extraña a él, perdiendo la -esencia o animación- de que le imprimen desde su ser subjetivo.

La validación del conocimiento, se da por medio de la institucionalización de la ciencia y la creación de una serie de parámetros para evaluarla y difundirla; por ejemplo la cienciometría sirve como herramienta para “medir” y analizar el prestigio de las producciones científicas[4], si bien dentro de las comunidades científicas es esencial las valoraciones de su grupo, algunas formas en cómo se evalúa la ciencia, son muy cerradas y se vuelven dominantes, determinando el quehacer científico, es decir encasillando a los sujetos portadores y productores de ciencia.

Aquí se expresa en su más viva expresión la tragedia de la cultura enunciada por Simmel, quién valida el conocimiento, es la ciencia como organismo institucional generando relaciones de poder que se desprenden de esta práctica, llegando a adquirir hasta connotaciones ideológicas de los grupos que la –administran-, convirtiendo esta actividad humana ajena a la voluntad de los mismos, no obstante como aquí confluyen relaciones de poder es algo que se maneja por minorías, fijando el cómo y el para qué se hace. Se materializa en tragedia de la cultura en el sentido que limita y dictamina que  conocimiento es científico, cuál está validado y cuál puede ser circulado; se vuelve ajena a sus creadores, trascendiéndolos y objetivándolos pues la ciencia como práctica se ha convertido en algo exterior a los seres humanos que se impone ante ellos en su objetivo de ser universal y explicar toda la realidad.

La ciencia pasa de ser una actividad con la cual los sujetos se cultivan y alimentan su curiosidad y deseo de conocer, algo puramente subjetivo transita a un proceso de objetivación fruto de la sociedad moderna y la división del trabajo que aumenta el fraccionamiento entre el alma subjetiva y el espíritu objetivo.

La ciencia, desde la tragedia de la cultura permite reflexionar como esta en la sociedad actual es tan inabarcable y compleja debido a la alta especialización, las lógicas del alto consumo generan un sinfín de posibilidades para los seres humanos que al ser tantas dejan muchas al lado, o las conocen superficialmente, esto también se traduce en el ámbito académico por la alta división en especialidades de las ramas del saber, no permiten ni es posible que los sujetos accedan a la totalidad y por términos prácticos se enfocan en aspectos específicos de su área de interés, por otro lado, desde lo extensa que puede ser la ciencia en cuanto a su producción y su objetivo universalista, se desenvuelve bajo lógicas que ella misma crea llegando a un grado tal de autonomía que incide en lo que piensan y producen los sujetos sobre ciencia, trascendiendo la voluntad de estos y alejándolos de su cotidianidad, en otras palabras de su ser intrínseco.


La práctica científica antes de ser una relación de intereses, o una objetivación del entorno, es una producción cultural en pro del cultivo y trasformación de la naturaleza con miras al progreso, así que esta tensión que se sufre en lo subjetivo-objetivo, más que una dificultad, se puede ver como un reto para los seres humanos, pues como enuncia Bunge conviene cultivar el espíritu y la fantasía con el fin de refrescar nuestra sociedad “…necesitamos políticos con la imaginación de Borges o de un Einstein. No para escapar de los atroces problemas de la sociedad moderna, sino para abordarlo con tanta imaginación como información” (Bunge, 1999, p.52)
Referencias
§  Beigel. (2013) Centros y periferias en la circulación internacional del conocimiento. En:Nueva Sociedad(núm. 245), p.14.
§  Bunge. (1999) Borges científico: cuatro estudios Ediciones biblioteca nacional. p.79.
§  De la vega. (2003) Cienciometría y política científica en la periferia: el caso de Venezuela .En: Espacio vol.24 (núm.1ene, p.13.
§  E. Lamo de Espinosa. J. M. Gonzales y C. Torres (1994).  Sociología del conocimiento y de la ciencia. Madrid. Parte: Cap. 14 Karl Mannheim. Teoría de la ideología y sociología del conocimiento.
§  Morresi. (2007). Georg Simmel: aportes para pensar el devenir cultural. En: La trama de la comunicación vol. 12 UNR editora. Rosario, p.10.
§  Naukas. (2013) La ciencia es ante todo cultura. Recuperado: el 28 de septiembre de 2014: http://naukas.com/2013/04/14/la-ciencia-es-ante-todo-cultura/
§  Nieto. (2009) Ciencia, imperio, modernidad y eurocentrismo: el mundo atlántico del siglo XVI y la comprensión del Nuevo Mundo. En: Historia crítica edición especial,noviembre. Bogotá, p.362.
§  Pimentel. (2010) ¿Qué es la historia cultural de la ciencia? En: ARBOR Ciencia pensamiento y cultura. CLXXXVI 743 mayo-junio. Madrid, p. 8.
§  Redalyc. (sin fecha). Sistema de información científica. Normas de Colaboración Recuperado: 29 de septiembre de 2014: http://www.redalyc.org/revista.oa?id=959&tipo=produccion#1 
§  Simmel. (2001) El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura. Ediciones península. Barcelona, p.430.
§  Simmel. Imaz trad. (2012) Diagnóstico de la tragedia de la cultura. Ediciones Espuela de la plata. España, p. 360.